martes, 9 de agosto de 2011

TARAZONA DE LA MANCHA-2-8-11

Me encontraba con mis quehaceres montando las rutas hechas por Benasque, cuando recibo una llamada, que si he de decir verdad no me sorprendió, pues la estaba esperando, el año pasado bien por pitos o flautas quedó pendiente en el tintero y este año no se podía pasar otra vez, la llamada en sí era de nuestro buen amigo y gran senderista “salvo algunos arrebatos” Juan Antonio Valera, nos estaba invitando a pasar unos días en su pueblo Tarazona de la Mancha (Albacete).

Cuadramos las fechas de agenda, pues parece mentira, pero cuanto más vacaciones hay, menos días libres tenemos, el ser humano es así, y decidimos ir Lola y el que suscribe el 2 de Agosto.

Para llegar a Tarazona de la Mancha hay que ir por la autovía de Madrid, se pasa de largo la salida de Minglanilla y en la siguiente salida Iniesta hay que salirse, seguir dirección Iniesta, la cruzamos, pasamos Villagarcia del Llano y se llega a Tarazona, son unos 160 km. en 1:50 horas.

En Iniesta me suena el móvil, era Valera, preguntando por donde estábamos, dice que saldría a recibirnos a la entrada del pueblo, cinco kilómetros antes de llegar a Tarazona a lo lejos vemos una silueta negra en la orilla, me percato que es Valera, paramos, besos, abrazos, alegría y ilusión.

El en su coche, nosotros en el nuestro, seguimos camino del pueblo, a la entrada paramos y nos enseña la piscina municipal, donde tomamos un primer aperitivo con una cervecita, lo vamos siguiendo por las estrechas calles, hasta llegar a su casa, nos abre el garaje-corral donde metemos el coche.
Al momento sale a recibirnos María (su mujer), yo ya la conocía, Lola no, pero como por encanto, rápidamente fluye ese algo, le llaman filing
Comienzan las presentaciones y a enseñarnos la casa, antigua casa de pueblo, muy restaurada. Hasta una hora tardamos en verla al completo, y es que se trata de tres casas unidas en una sola, o sea un verdadero laberinto de pasillos, escaleras, habitaciones y cuartos de baño, tiene hasta cuatro.
Un gran patio, con su hermosa higuera, plantas y algún que otro cultivo con el que se entretiene Valera, y como no podía faltar la piscina, hasta en dos ocasiones la estuve probando.


Hay que recalcar que el arquitecto de toda esta obra de arte y diseño es propio de María, se han conservado antigüedades como mosaicos y terrazos, junto a nuevas escalinatas y restaurado acogedores rincones.
Pero sin perder el encanto de la antigua cultura de los pueblos, yo que también soy de pueblo doy fe de ello, por ejemplo un artilugio (utensilio) para hacer los agujeros donde poner las lañas a los lebrillos de barro.
Nos enseñaron la que sería nuestra casa y habitación durante dos días, todo un primer piso para nosotros dos.
Como se había hecho la hora de la pitanza, después de tomar el baño, los cuatro nos pusimos a la mesa a degustar la famosa “Caldereta de María”, toda una exquisitez, hasta tres platos me comí, con un buen vino de la zona.
Hay que decir que en estos pueblos de la Mancha hace mucha calor durante el día y donde mejor se está es en las casas hasta que desaparece el sol y viene el frescor de la noche, así que por la tarde-noche hicimos el paseo por el pueblo, a destacar la plaza principal y la bonita plaza de toros.


Como no habíamos comido bastante, a las 22:30 horas nos fuimos a la piscina municipal a degustar más platos típicos de la zona con más cerveza, muy aconsejable en cuanto a calidad, cantidad y precio.
A la mañana siguiente a las 7:00 horas suena el despertador, había quedado con Valera a las 7:30 horas, para hacer una ruta por la comarca, recordando su infancia, y no podía defraudarle.
Tengo que reconocer que para mí fue toda una mañana de aprendizaje, pues no conocía nada de la zona, pateamos pistas y campos, vimos infinidad de conejos, secas lomas, productivas vegas, inmensos campos de cebollas, maiz, etc., y visitamos hasta 8 aldeas (de tres o cuatro casas), algunas deshabitadas y andamos 17,5 km., todo en inmensas llanuras.
Lola se había quedado con María y se marcharon a visitar el río Júcar en Villalgordo del Júcar, pues ambas han hecho muy buenas migas, entendiéndose a la perfección.


A las 12:30 horas estábamos en la piscina con frescas cervecitas.


La comida otro manjar, a la exquisitez de los calabacines rellenos se unió las chuletas de cordero a la brasa (esta vez hechas por Valera).







 Siesta, y a las 17:30 horas pasamos por la Cooperativa para cargar vino, queso, aceite y para Valencia.

En resumen dos días inolvidables en tierras desconocidas para mí, donde hemos sido tratados como reyes, a Valera todos lo conocemos, pero y a María (su mujer), encantadora, discreta y muy pero que muy sencilla, toda una delicia.



2 comentarios:

  1. Creo que te has pasado en los comentarios.
    De todas formas, muchas gracias.
    Os esperamos en otra ocasión.

    Juan

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  2. Valera, he dicho tal y como sucedió, sin excederme en nada, las cosas se cuentan como fueron, de categoría, y espero verte este miércoles en Eslida, que te va a salir polilla, y te la tendrán que quitar los arañazos de las zarzas.
    Un abrazo

    Simón

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